viernes, 12 de septiembre de 2008

Haiti, tierra de pobres, ha perdido su suelo.



Haití ha perdido su suelo… y los medios para alimentarse.
El estéril suelo de Haití se ha deforestado en parte para satisfacer la demanda creciente de carbón vegetal en lugares como Cité Soleil, uno de los asentamientos irregulares en crecimiento de la capital. Uno de cada cinco haitianos está crónicamente desnutrido.
El arroz constituye 20% de la dieta en Haití, y ese porcentaje aumenta. En 1981, el país importó 16 000 toneladas. Hoy se introducen más de 350 000 al año. En el país, se produce menos de un cuarto del que se consume.
Y no sorprende. Casi desde 1492, cuando Colón pisó por primera vez la muy arbolada isla de La Española, la nación ha ido perdiendo tanto tierra como sangre, primero por los españoles, que plantaron azúcar, y luego por los franceses, quienes talaron los bosques para proporcionarles lugar a los lucrativos plantíos de café, índigo y tabaco. Incluso después de que los esclavos se rebelaron en 1804 para sacudirse el colonialismo, Francia recibió 93 millones de francos de su ex colonia como indemnización, la mayoría en madera. Después de la independencia, especuladores y plantadores de la clase alta expulsaron a las clases campesinas de los pocos valles fértiles hacia las zonas rurales boscosas y escarpadas, cuyas estrechas parcelas cultivadas intensivamente con maíz, frijol y yuca se combinaron con una industria creciente de carbón vegetal y madera para combustible que exacerbó la deforestación y la pérdida de suelo. Hoy queda menos de 4% de los bosques de Haití y en muchos lugares el suelo se ha erosionado hasta la capa rocosa. De 1991 a 2002, la producción alimenticia per cápita ha disminuido 30 por ciento.
¿Qué haces si vives en el país más pobre del hemisferio occidental y el precio del principal carbohidrato –el “arroz de Miami” de EUA– se duplica? La mayoría de las veces, tendrás hambre y verás que a tus hijos les pasa lo mismo.
Pero hay más en juego que la capacidad del suelo haitiano para alimentar a una nación hambrienta. Los países importadores de alimentos también sufren el vertiginoso encarecimiento de los productos básicos, lo que ha motivado un serio cuestionamiento acerca de los objetivos de los programas de asistencia agrícola que se han enfocado más en reducir las tarifas e incrementar los cultivos para exportación que en ayudar a las naciones pobres a alimentarse a sí mismas. Hay comida en Haiti. Sólo que el precio es muy alto. Si para ellos tiene sentido económicamente vender mangos e importar arroz, es lo que deben hacer.
Por eso es que los Haitianos tienen que salir a Quisqueya a buscársela, pedir es los semáforos, trabajar en la construcción aportando la mano de obra mas barata que existe, casi como esclavos, mal viviendo en casuchas, etc, etc. Y solo porque en Haiti, la tierra esta muerta. Pero esa muerte es causada por ellos mismos. Además, a mi humilde entender, creo que para ellos es mas fácil pedir comida y recibir ayuda internacional, que fajarse a trabajar la poca tierra que tienen.
En conclusión: “CUANDO SE PIERDE EL SUELO DE UNA NACIÓN, TAMBIÉN LA NACIÓN SE PIERDE”.

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